Serafín llegó a su casa después de haber pasado
dos semanas de viaje de trabajo.
-¡Lucía, cariño! Vengo que no me aguanto, ve
quitándote la ropa que te voy a echar el polvo de
tu vida.
Entraron en la habitación, se metieron en la cama
e hicieron el amor de manera salvaje, brutal,
escandalosa...
Fue tal el ajetreo y el ruido de la cama contra la
pared, que al cabo de unos minutos escucharon
unos golpes al otro lado de la pared,
acompañados por las voces del vecino:
-Ya está bien, ¿No?
¡Qué llevamostoda la semana igual!
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